Escrito por Martin
23 agosto, 2021
La resiliencia es la capacidad que tienen las personas para adaptarse a la adversidad, sobreponiéndose al dolor que ésta supone, pudiendo gestionar las emociones, aprendiendo y saliendo como una persona más fortalecida.
Cuando hablo de adversidad lo digo en todo el sentido de la palabra: Tragedias, pérdidas, resultados negativos, traumas, situaciones de estrés importantes, problemas del tipo personal, familiar o incluso de salud, amenazas y duelos.
¿Cuántas veces decimos o escuchamos frases como las siguientes?
- “Va a salir adelante (o superarlo) porque es muy fuerte. No todos tienen su fortaleza”
- “Cualquiera en su lugar no lo hubiera conseguido (o logrado)”
- “Toca fondo y siempre sale. Se cae y se vuelve a levantar.”
Creo que la resiliencia tiene mucho que ver con aceptar y afrontar la adversidad de manera constructiva para salir mucho más fortalecido.
La determinación a la hora de sobreponernos a un estímulo adverso es lo que nos hace realmente resilientes.
En mi caso personal conocí la palabra resiliencia en los últimos años.Creo que se puso de moda en el último tiempo y su significado tiene mucha importancia, al menos para mí.
Cuando entendí de qué se trataba tomé conciencia que yo soy una persona muy resiliente.
Se me vienen a la mente muchos recuerdos que afirman y reconfirman que lo soy.
Me gustaría invitarte a que leas algunas historias que me tienen como protagonista y donde, sin saberlo y sin ser consciente, actué con una resiliencia implacable.
HISTORIA 1 – Desarraigo con culpa
La primera situación que les quiero regalar del cajón de mis recuerdos es de cuando tenía 14 años.Tuve que tomar la decisión más difícil para un pibe de esa edad, que es dejar a su madre.Mis viejos se habían separado cuando yo tenía 8 o 9 años (no lo recuerdo bien) cuando vivíamos en un pueblito de Córdoba llamado Villa General Belgrano. ¡Si! Donde se hace la fiesta de la cerveza. Me crie y viví toda mi infancia en ese pueblo hermoso con las problemáticas que trae la separación de los padres en cualquier niño.
Fue ahí donde entendí que quedarme en ese lugar implicaría hipotecar mi futuro, que hasta ese entonces era totalmente oscuro e incierto, por un montón de factores que no vienen al caso.Estaba seguro que quedándome allí, no tendría un buen final.
Entonces hablé con mi papá, que ya estaba instalado en Buenos Aires y decidí emprender la aventura, que, en los primeros años, estaría lejos de ser una película de felicidad plena.
Sobreponerme a una ciudad tan grande, estar lejos de mi mamá, cargar con la culpa que eso me generaba (y que más tarde se incrementaría con el infarto de mi madre, del cual, por suerte, pudo salir sin problemas), adaptarme a las nuevas reglas de la ciudad, sus costumbres y su gente.
En esta etapa es donde empecé a desplegar los primeros dotes de persona resiliente pese a que, para ese entonces, no conocía la importancia de gestionar las emociones de manera eficaz.
Sin embargopude sobreponerme pese a las presiones que tenía de regresar a Córdoba. Pude adaptarme y no claudicar en el intento.
HISTORIA 2 – De Protagonista a Víctima
Los que me siguen, saben que escribí un articulo que se llama «¿Víctima o protagonista?» Y hago la aclaración que la historia 2 es una continuación de la historia 1 y que con 14 años no era protagonista de nada. Utilizaré la palabra a modo de poder describir la situación y no en el sentido que realmente corresponde.
Cuando vivía en Córdoba, podría decirse que en cierto sentido era protagonista.Estaba en cierta zona de confort, era un niño bastante popular (no necesariamente siempre por las cosas buenas, de hecho, creo que era una máquina de hacer “travesuras”) y mi seguridad y autoestima estaban relativamente en un nivel aceptable para el Martín que era en ese entonces.
Cuando vine a Buenos Aires la situación cambió radicalmente y pasé de «Protagonista» a «Victima».
Empecé un nuevo colegio, con chicos de ciudad y con costumbres distintas a las mías, donde pasé a ser el diferente y no necesariamente para bien.
Hoy se conoce como bullying. Y lo sufrí por dos años 5 días a la semana. Es la primera vez que lo cuento públicamente. Desde acosos físicos hasta acosos psicológicos. De todo tipo y todo color.
Otro en mi lugar, con seguridad, se hubiera cambiado de colegio. De hecho, otros que sufrieron lo mismo que yo, se terminaron yendo. Pero yo era distinto. Yo quería quedarme a revertir esa situación y, con piñas de por medio al principio, lo fui consiguiendo.
Una vez más lograba sobreponerme a una situación muy muy adversa.
Terminé la secundaria en ese colegio y viví uno de los momentos más felices de mi vida, que fue el viaje de egresados de quinto año con esos compañeros. Como me gustaría volver el tiempo atrás para volver a sentirme como me sentí en ese viaje, que, para mí, fue mágico.
HISTORIA 3 – Del trauma a la madurez
Esta historia que es traumática prefiero no compartirla. No por mí, sino porque involucra a otras personas y no me parece correcto contarlas. Hago la aclaración que no pasó nada grave. El punto es resumir las consecuencias que eso trajo en mi y cómo, gracias a ser una persona resiliente, una vez más, pude sobreponerme.
Lo que sí les voy a contar, es que luego de un suceso vivido, terminé con crisis de pánico, con psiquiatras y psicólogos.Una vez más, la vida me ponía a prueba. Y una vez más, con trabajo, con ayuda y con dedicación, volvía a sobreponerme a situaciones difíciles.
Estas 3 primeras historias tienen que ver más con un niño adolescente con los problemas típicos de la edad. Pero más allá de las historias en sí mismas, lo que destaco escómo pude sobrellevar esas situaciones gracias a tener la resiliencia como valor y siendo que en esa época yo no era consciente de tener esa competencia tan marcada.
De no haber sido una persona resiliente, seguramente los caminos tomados hubieran sido completamente diferentes.
Y es importante aclarar que no quiero dar lástima con estas historias ni mucho menos, lo cuento con mucha dignidad para mostrar cómo la resiliencia como fortaleza puede servir para sobrellevar situaciones muy difíciles, incluso, dolorosas.
Y no reniego de mi historia para nada. Gracias a mi historia hoy soy quien soy.
HISTORIA 4 – ¿Resiliente o cabeza dura?
Esta historia se divide en dos partes. El pasado y el presente se conectan. Increíble estar escribiendo sobre esto en esta etapa de mi vida. De hecho, lo estoy haciendo con lágrimas en los ojos.
Como bien conté antes, vine de un pueblo de Córdoba y terminé la secundaria con muchas dificultades. Pero el verdadero desafío estaba por empezar. Al tipo se le ocurrió que quería estudiar Ingeniería y en la UTN. En mi caso, querer estudiar Ingeniería y en la UTN, era como querer cruzar un desierto sin agua. Porque claramente, no tenía ni los recursos ni las bases necesarias para poder estudiar una carrera como esa. Sin embargo, ahí fui…
La cantidad de personas que confiaban en mi para recibirme de Ingeniero y poder afrontar esta carrera, eran contadas con una sola mano.
Si tenía que buscar accionistas para este proyecto creo que sólo uno ponía el capital que necesitaba. Hoy ese accionista sería millonario.
Creo que si les preguntara a ustedes cuántas veces creen que di el examen de ingreso en la UTN ninguno acertaría la respuesta ni por asomo.
Y acá empieza la primera parte de la historia que tiene que ver con el PASADO. No hace falta aclarar que no entré a la UTN fácilmente: Estuve dos años enteros yendo a cuanta posibilidad de examen de ingreso tenía. Si no recuerdo mal, rendí el examen de ingreso entre 9 y 12 veces. Hice dos veces el curso de verano.
Y de nuevo, la resiliencia una vez más me permitía comprender que atrás de cada error hay un aprendizaje y que claudicar no estaba en mi vocabulario.
Finalmente, entré a la UTN con nota 10.Y casi nadie entraba con nota 10. Muchos quizás me dirán que era lo mínimo que correspondía considerando que rendí el examen tantas veces. Y puede que tengan razón. Pero para míhaberlo logrado significó mucho.
El punto es:¿Cuántos se hubieran permitido darse tantos golpes para entrar a una facultad?
Y ese fue el inicio de la carrera de Ingeniería. Y ahí nos remitimos al presente entre 14 y 15 años después, la segunda parte de la historia.
En el medio, me casé, tuve dos hijos, me cambié de facultad, me recibí de Licenciado y me formé como Coach Profesional en España.
Y sigo con la carrera de Ingeniería.
Hoy me faltan 5 materias para terminar ysé que voy a darle a mis hijos, no sólo una gran historia de que se puede, sino que el mejor ejemplo de resiliencia para que se guarden y para que les sirva como guía. Y si, voy a ser el primer Ingeniero de la familia.
HISTORIA 5 – Emprender en época de pandemia
Esta historia tiene que ver con mis dos últimos años. Ya dejé la relación de dependencia y hoy soy emprendedor. Y para los que quieran conocer esta historia, los invito a leer algunos de mis artículos de LinkedIn. Cuando los lean van a entender el desenlace de esta historia.
Artículos sugeridos:
- Emprender en época de pandemia
- El camino del coaching
- La felicidad disruptiva
- Entre la zona de aprendizaje y crecimiento
- ¿Víctima o protagonista?
- La tribu emprendedora
Hoy soy el protagonista de mi vida, una persona segura, con determinación y que se permite el error.
Y creo que los cimientos de esta fortaleza y de estas capacidades tienen que ver con el hecho de ser una persona resiliente pura.
A lo largo de mi vida fui conociendo muchas personas resilientes y todas tienen algunos puntos en común que no quiero dejar de mencionar:
- Son tenaces. Este tipo de personas son muy perseverantes y logran capitalizar muy bien los errores para aprender y volver de nuevo a la carga. Ven los problemas como oportunidades.
- Son creativas. No se quedan siempre con la primera opción. Evalúan alternativas a la hora de buscar solucionar los problemas.
- Son positivas. No sólo que sacan de lo malo algo bueno, sino que se caracterizan por rodearse de personas que son positivas y de las cuales se puede aprender cosas nuevas. Aceptar que no pueden con todo y que necesitan ayuda, es una de sus cualidades más importantes.
- Son vulnerables. No tienen problema en mostrar sus debilidades y aceptarlas como tal. Tienen muy en claro en qué cosas son buenas, pero también en aquellas cosas que hay oportunidades de mejora o incluso, cuando hay tareas para delegar.
- Son flexibles. Aceptar que las cosas no resultan siempre como uno espera requiere de mucha flexibilidad. Y estas personas, que se adaptan rápidamente a los cambios, son flexibles.Cuando la situación requiere cambios hay apertura para salir de la rutina.
- Tienen visión y confianza. No sólo que saben lo que quieren, sino que confían en sus propias capacidades.
Claro está que cuando hablamos de hábitos o competencias, todo es bueno en su justa medida. ¿Y por qué digo esto? Y porque, si siempre soy positivo, incluso cuando el barco se está hundiendo y el agua me está llegando al cuello, tampoco sería algo bueno.
Creo que cada condimento de la sopa es bueno en la proporción correcta. Los extremos no son buenos.
¿Se nace siendo una persona resiliente o se hace? Particularmente creo que es una competencia o valor que aprendemos a desarrollar a lo largo de la vida.
Y como en el liderazgo, algunos lo tendrán más marcado casi de forma innata, otros tendrán que ir desarrollándolo y trabajándolo.
Si creo que hay competencias o hábitos que te pueden llevar a ser una persona resiliente:
- Situarse en el círculo de influencia. Es decir,aceptar que hay cosas que no manejamos y de las cuales no podemos tener el control.Y esto requiere hacer un cambio de mentalidad importante. ¿Cuántas veces nos preocupamos por cosas que no están en nuestro circulo de influencia? ¿Cuántas veces gastamos energía en cosas que no está a nuestro alcance cambiar?
- Dejar de ser víctima para ser protagonista.Para lograr esto es importantedejar de patear siempre la pelota afuera y hacerse cargo.Cuando uno acepta que comete errores y se hace cargo, tiene la posibilidad de evaluar alternativas y mejorar.Tiene la posibilidad de hacer diferente para tener resultados diferentes.Aquellos que son protagonistas saben aceptar las consecuencias de sus actos. La víctima sólo sabe echarle la culpa a alguien más. No pueden ser parte de ninguna solución porque no se sienten parte del problema.
- Tener metas claras. Esto no es una cuestión menor. Si no sé hacia dónde voy, solo estoy andando. Si no tengo claro el destino hacia donde quiero ir ¿Cuál es el camino que voy a elegir para ir en la dirección correcta? Para ser una persona resiliente es importante tener objetivos claros para cuando aparezcan los obstáculos. Ya conté al principio de la nota que las adversidades son muchas y de todo tipo.
Tener objetivos claros es una fuente de energía y motivación que ayuda mucho a la hora de sufrir golpes bajos.
- Tener presente el largo plazo.Esto sin dudas está relacionado con el punto anterior. Trabajar en el corto plazo, pero teniendo la cabeza puesta en el largo plazo. Aproximaciones sucesivas para tener en claro los cambios que podemos hacer frente a las adversidades y la mentalidad clara para encontrar las oportunidades en ese mundo de problemas que a veces nos sumergimos.
Para ir cerrando el artículo, es importante que puedas recordar que las personas resilientes no son sólo capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
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